Deprecated: ¡La función WP_User_Query ha sido llamada con un argumento que está obsoleto desde la versión 5.9.0! who está obsoleto. Utiliza capability en su lugar. in /home/corporacion/public_html/hilandoporlapaz/wp-includes/functions.php on line 6031
Mi hijo
Omar
Mi hijo Omar tenía 18 años, era alto, acuerpado, con cejas negras y unos hermosos ojos entre verde y azul. Le gustaba verse bien, por eso siempre estaba bien arregladito y aunque no le gustaba ni bailar, ni tomar, tenía muy buen humor y sus amigos le hacían corrillo para echar chistes.
Vivía pendiente de mí y hacía todo para que yo estuviera bien. Un día que yo estaba de cumpleaños, con sus ahorros me compró un regalo y lo escondió en un armario mientras decía, “mamá, hay una sorpresa dentro de la casa para usted, pero la tiene que buscar”, pero atareada y llena de oficio le contestaba, “mijo dígame donde está porque estoy ocupada”; él se reía, sin pensar que ese sería el último cumpleaños juntos.
Omar trabajaba a dos horas a pie del pueblo, cuando una tarde escuchó rumores de que un grupo armado se había tomado el pueblo. En el camino veía un humero desde lejos, el cielo estaba oscuro, y el olor a pólvora y a sangre se sentía en el ambiente. Cuando muchos huían, él regresaba a buscarnos a su hermano menor y a mí, que aún estábamos allí.
Pasó un mes y él tuvo que volver a trabajar, las necesidades no dan espera, ni siquiera en la guerra. Esa mañana se fue con el pescador del pueblo, estuvieron el sábado y el domingo pescando, y volvió sobre las tres de la tarde, pero se le veía preocupado, intranquilo, como si algo inevitable fuera a pasar. Se sintió muy tensa la noche, al despertar él se fue en la cicla por el pescado para el desayuno y nunca volvió.
Me fui a buscarlo donde el patrón, “ese por acá no ha venido, acá dejó la ropa y me dejó esperando” dijo. En el bordo del río encontré a una amiga que dijo que a Omar se lo había llevado el grupo armado, que lo habían echado en una voladora. A los ocho días me llevaron la cicla a la casa, cuando llegué de trabajar, al verla pensé en servirle su comida, pero él no estaba.
Lo busqué por todos los rincones de la vereda, hasta en el barranco donde el grupo armado llevaba a las personas, hablé con el hombre que me dijeron que se lo había llevado, “usted está loca” me dijo el hombre armado, “sí, vengo por mi hijo o a que me mate también, máteme, ya me dejó muerta en vida”. Así fueron pasando los días, pregunté y pregunté, pero nadie lo había visto, nadie me dio razón.
Después de 15 años lo sigo esperando, sigo tocando puertas y corazones a ver si lo llego a ver, para poder tenerlo aunque sea un ratico, sea de la manera que sea, yo quisiera ver a mi hijo para poder morir tranquila.
Hoy, me he fortalecido. Aunque viví medicada y sentía que no podría salir adelante, con la fuerza de mujer campesina, con la tenacidad de haber traído 9 hijos al mundo, he logrado reconstruirme, hilar cada parte del cuerpo y transformarme en una mujer fuerte que lucha porque la historia no pase en vano, porque esto no se repita y porque ninguna mamá pase por lo que yo pasé.
Reflexión
¿Cómo no sentir el dolor de una madre a la que le desaparecen un hijo? ¿cómo no conmovernos, cómo no llorar con ellas? Queremos justicia, queremos verdad, queremos reparación, queremos no repetición, pero sobre todo queremos encontrarlos.
Los nombres de lugares, personas y actores armados responsables fueron cambiados para salvaguardar la confidencialidad y la seguridad de las participantes, buscando centrar la atención de la historia en la humanidad de las víctimas.