A través de Memorias del Corazón, las autoras de esta iniciativa quieren visibilizar la forma en que la violencia ha tocado su ser mujer; no sólo en el contexto del conflicto armado, sino como una constante a lo largo de sus vidas.
Ellas reconocen en el conflicto y el actuar de los grupos armados los factores que agudizaron y profundizaron esas formas de violencia que ya vivían en los territorios; fue un momento en el que el horror y el sinsentido tomaron más fuerza que nunca, y que dejaron esas memorias del corazón que las mujeres quisieron plasmar a lo largo de su proceso de construcción de la iniciativa.
“En este lugar, antes del conflicto, algunos hombres se sentían dueños de nuestros cuerpos.”
¿Por quiénes fue elaborada esta iniciativa?
Memorias del Corazón es una iniciativa desarrollada por un grupo de mujeres que la mayor parte de sus vidas han vivido en relación estrecha con el campo y la ruralidad apartada y olvidada de Colombia; por este motivo, sus relatos son narrados desde la particularidad del territorio, desde haber vivido confinadas y haber conocido el miedo profundo a perder su propia vida o la de sus seres amados, en un escenario de fuego cruzado entre actores armados.
“Entre todas nos sentimos apoyadas...en la vereda se llevaron a los hombres reclutados y una de las cosas que nos sirvió para aguantar y resistir esa guerra fue la unión entre mujeres, nosotras nos fortalecimos y resistimos cuando se llevaron a los hombres”
¿Cómo se desarrolla la iniciativa?
Memorias del Corazón es una iniciativa construida entre el 2018 y el 2019 en una comunidad rural de Colombia, durante una época histórica del país en la que las comunidades sintieron, luego de muchos años, una disminución de la confrontación armada entre actores. Fue un momento en el que se vivió desde la esperanza por la paz y desde el creer posible transformar el dolor en oportunidades, a partir del Acuerdo de Paz firmado en el año 2016 entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC - EP.
La iniciativa partió de un trabajo reflexivo en el que las mujeres se propusieron fortalecer sus propias herramientas para “reconstruir su corazón” y contener la violencia basada en género que han vivido tanto en el ámbito público, como en el privado. Ellas reconocen que el comienzo de su dolor no estuvo dado por el conflicto armado; sino que ese dolor se sumó a los muchos otros que ya habían vivido por múltiples violencias contra las mujeres.
Luego de pasarlo por la palabra, las mujeres materializaron a través del modelado, lo que la violencia ha representado en sus vidas. Transitaron en sus memorias por el antes, durante y después, reconociendo que lastimosamente muchas de ellas nunca han vivido fuera de la guerra: “no hay antes, vivimos siempre dentro del conflicto porque hemos venido huyendo de la guerra en otros territorios”.
Después de transitar esas memorias, las autoras de esta iniciativa, quisieron dar voz a sus corazones. Decidieron que era el momento de expresar lo que piensan y lo que sienten como mujeres que han vivido la guerra, convirtiéndose en protagonistas, porque sobre sus vidas siempre se ha privilegiado la voz de los hombres.
El proceso concluyó con el reconocimiento de esas fortalezas, capacidades y habilidades que sabiamente han desarrollado para resistir y superar el dolor; con la identificación de esos recursos que les han ayudado a sanar; valorando cada cosa que han hecho para ser las mujeres que son hoy. De este reconocimiento se desprendió el producto final de la iniciativa, esos corazones hechos de agua, tierra, memorias, emociones y esperanza.
De este reconocimiento se desprendió el producto final de la iniciativa, esos corazones hechos de agua, tierra, memorias, emociones y esperanza.
Y por último, está mi corazón amarillo, que para mí representa la esperanza de vivir en un territorio en paz, donde se respete la vida de las personas.
En los pocos meses que llevamos del proceso de paz, me siento tranquila, no más muertes, ni disparos, ni miedo… así quiero vivir en lo que me queda de vida”
Pasaron los años y llegó la guerra, mi corazón se partió en dos, quedó dañado, varios familiares murieron, vi amigas irse de estas tierras por la violencia; dolor y sufrimiento todos los días, la incertidumbre de no saber qué hacer, ni que decir, la guerra es dura, pero eso solo lo sabemos los que la vivimos.
En mi corazón después de la guerra pongo a mis cuatro hijos, para mi ellos fueron los que me mantuvieron fuerte, los que me daban esperanza, por ellos nunca me rendí y hoy mi corazón está más tranquilo”.
De pronto llegó la guerra y mi corazón se quebró, cada punto que hay en mi corazón es cada una de las personas que perdí en la guerra; enterré a mi papá, mi corazón se rompió ese día... la guerra nos quitó todo y nos dejó con el corazón arrugado.
Después volvió la tranquilidad, recordé los deseos de los que se fueron y la paz regresó a la vereda, los pongo en mi corazón porque ellos son el caparazón de lo que viví y por eso los recuerdo con amor... la paz se logra cuando amamos a nuestro prójimo.”